Es bastante común que una mujer sufra agresión sexual, desde piropos en la calle hasta violaciones que les arrebatan la vida, se estima que aproximadamente el 80% de las víctimas guardan silencio.
Quiero compartir la historia de dos mujeres abusadas que callaron, existen varias razones que impiden que la víctima hable en busca de justicia, pero las mujeres que voy a presentarles tienen un punto en común, callaron por falta de credibilidad.
Soy Antonia, tengo 18 años, fui víctima de abuso sexual en dos ocasiones y nunca denuncié a mi agresor.
Tenía 12 años, era ingenua y muy alegre, el miedo más grande que cargaba sobre mis hombros era obtener malas calificaciones o tal vez que el regalo de la próxima navidad no sea el camper de las Barbies que tanto soñaba.
Él cerró la puerta del cuarto con seguro y comentó que nos divertiríamos, me juró que me quería, que era su favorita y que sería mi maestro para mis futuras experiencias sexuales, después de unas horas, su padre se levantó y fue mi salvador, con mucha diplomacia me hizo saber que cuando las luces se apaguen y todos duerman volvería por mí.
Al día siguiente, mi agresor también había abusado de mi estabilidad emocional, se robó mi inocencia.
Mi mamá entró en crisis cuando se lo conté, ahora entiendo que también tenía miedo, pero entre todas las lágrimas que derramamos y las palabras entrecortadas que soltábamos, ella dijo “¿por qué dejaste que te haga eso?”.
Sentí culpa, yo dejé que él me tocara, ¿qué iba a pensar mi papá?.
JAMÁS volví a hablar de esa pesadilla con nadie, le rogué a mi mamá que no cuente que yo ya no era una “niña” porque me avergonzaba y así olvidamos lo que sucedió.
Él cerró la puerta del cuarto con seguro y comentó que nos divertiríamos, me juró que me quería, que era su favorita y que sería mi maestro para mis futuras experiencias sexuales, después de unas horas, su padre se levantó y fue mi salvador, con mucha diplomacia me hizo saber que cuando las luces se apaguen y todos duerman volvería por mí.
Al día siguiente, mi agresor también había abusado de mi estabilidad emocional, se robó mi inocencia.
Mi mamá entró en crisis cuando se lo conté, ahora entiendo que también tenía miedo, pero entre todas las lágrimas que derramamos y las palabras entrecortadas que soltábamos, ella dijo “¿por qué dejaste que te haga eso?”.
Sentí culpa, yo dejé que él me tocara, ¿qué iba a pensar mi papá?.
JAMÁS volví a hablar de esa pesadilla con nadie, le rogué a mi mamá que no cuente que yo ya no era una “niña” porque me avergonzaba y así olvidamos lo que sucedió.
Soy Ernestina, tengo 65 años, soy abuela de Antonia.
A los 17 años fui víctima de abuso sexual y jamás denuncié a mi agresor, a mi cuñado.
Perdí a mi madre a los 15 años, la vida ya me había golpeado, tenía diez hermanos y un papá en luto.
Vivía en la casa de mi hermana mayor, su esposo me pidió una toalla cuando terminó de bañarse, cerró la puerta y me atrapó de un tirón, vi su cuerpo totalmente desnudo destilando agua, se sobajeaba en mí, entre intentos de gritos y forcejeos, me dejó caer al suelo, llegaron dos de mis hermanos menores a auxiliarme, escuché a mi agresor “pobrecita, por pasarme una toalla resbaló”.
Cuando me recuperé del golpe le conté a mi hermana, ella me miró de lejos con repulsión y se negó a creerme, no quiso oír más, sintió que yo deseaba a su esposo y así olvidamos lo que sucedió.
A ninguna de las dos las defendieron, sus agresores no pagaron por el daño que causaron, aún no es tarde para empezar a escuchar a las víctimas, esto evitará que otras mujeres tengan que conocer el significado de violación.
Hoy, Ernestina después de 48 años y Antonia después de 6 años de haber sido abusadas cuentan su historia, aprendieron a creer en ellas, se despojaron del sentimiento culpa y con el pañuelo amarrado en la cabeza se levantan a luchar por los casos que han estado ocultos y por las voces de nuestras hermanas que merecen credibilidad.
PD: Ernestina te admiro, te creo y te amo.
Antonia.
Es duro leer cosas así, ya que soy mujer y tengo hijas, espero con todas mis fuerzas que mis hijas jamás hayan sido ni sean víctimas de abuso sexual, pero da gusto leer esto ya que podemos evitar errores y como dice Antonia en lugar de causarle vergüenza a la persona que ya bastante tuvo siendo abusada, pueda ser más bien el brazo y el aliento de consuelo que necesita...
ResponderBorrarYo te creo Ernestina y Antonia!!
Que tristeza duele el corazón valoró que nos cuentes estas historias dolorosas para conocerlas compartirlas que las conozcan más personas y para aquellas personas que puedan estar pasando por está situación tomen el calor la fuerza de no quedarse calladas siempre habrá personas buenas que estarán dispuestas a ayudar.
ResponderBorrarLamentable iendo un poco más aya las leyes son pésimas protegen al violador al asesino al pedofilo se debería alzar la voz.
NO CALLES DENUNCIA
NO TENGAS MIEDO
LOS BUENOS SOMOS MÁS
COMPARTE
GRACIAS
URSULITA
por compartir historias muy dolorosas pero que suceden hay que educar regar la voz con estos mensajes para qué no vuelvan a suceder.